El 80% del gasto sanitario en España se dedica a atender las enfermedades crónicas: cardiovasculares, diabetes, cáncer, dolencias psiquiátricas, pulmonares… La mitad de la población, es decir, más de 20 millones de personas, sufre al menos una enfermedad crónica. Y, pasados los 65 años, tienen de media cuatro. Son datos del informe Soluciones para la gestión de la cronicidad, elaborado por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA), que se presentó este lunes en Madrid y que pretende llamar la atención sobre cómo hay que abordar un futuro con una población cada vez más envejecida y con recursos económicos limitados.
“La gestión de la cronicidad es el mayor reto al que se enfrenta el sistema nacional de salud”, afirma Joaquín Estévez, presidente de SEDISA. Y la información es clave para diseñar buenas estrategias de prevención y de educación para la salud, asegura. Un ejemplo es la estratificación por grupos de edad para saber qué patologías tienen los pacientes. Si se conoce que en una comarca hay muchos casos de bocio, se podrá investigar si hay algún problema de salud pública, con el agua, por ejemplo. En otro lugar puede haber más casos de fibrosis pulmonar o de EPOC que la media, lo que indicaría la presencia de alguna industria contaminante. “Es importante que los médicos tengan datos para saber cómo actuar y tomar decisiones asistenciales”, señala Estévez.
Y también está entre las que más recursos consume. El coste medio por paciente es seis veces superior al de un paciente con VIH y 24 al de otro con asma o EPOC, según sus datos. “Solo los 55.000 pacientes en diálisis suponen el 3% del gasto sanitario total”, afirma Del Pino, que insiste en que las prioridades deben ser la prevención y el diagnóstico precoz. “Entre un 40% y un 70% de la patología es parcialmente prevenible modificando hábitos, cuidando la alimentación y controlando factores de riesgo”, añade.
“El sistema de salud ha estado históricamente infrapresupuestado”, señala también Estévez como otro de los retos de la atención a la cronicidad y la mayor presión sobre el gasto sanitario que ejercerá en el futuro.
Fuente: El País – Sanidad
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