La pandemia de coronavirus ha provocado un terrible impacto en nuestros ancianos, y todavía en la actualidad seguimos percibiendo las consecuencias. Con el fin de la emergencia sanitaria, conviene atender a las consecuencias psicológicas, en especial, a cómo manifiesta la depresión síntomas en la tercera edad.
Factores de riesgo, síntomas y desafíos de la depresión en la tercera edad
Las enfermedades mentales han suscitado una mayor preocupación entre los especialistas médicos, hasta el punto de que hablan de una epidemia silenciosa. La ansiedad o la depresión son, desgraciadamente, comunes entre la población mayor de 65 años. Resulta imprescindible abordar la depresión y sus síntomas desde tres perspectivas distintas.
Tres factores de riesgo a los que conviene atender
El sistema neurológico de las personas de la tercera edad está deteriorado por el paso del tiempo, lo que conduce a una mayor probabilidad de sufrir cuadros de tristeza o melancolía. Cuando estos se convierten en más intensos y repetidos en el tiempo, desencadenan en una depresión con la que pueden acabar medicados.
Un segundo factor de riesgo lo encontramos en su sistema cognitivo, que tampoco está en las mismas funciones que antes. Como resultado, no tienen la misma habilidad para reconocer lo que les está sucediendo. Incluso empiezan a tener episodios de olvido de los que, cuando son conscientes, se autoculpan, incrementando los sentimientos negativos.
El tercero es la acumulación de recuerdos negativos como producto de una mala gestión de la memoria a largo plazo. Muchos mayores no tienen la costumbre de contar lo que les sucede o atormenta, y otros no cuentan con un entorno de confianza. Esta es la situación más grave por ser, precisamente, la más evitable de todas.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión en la tercera edad?
Hay que saber distinguir entre un episodio de tristeza motivado por una causa específica y un cambio súbito o progresivo de comportamiento. Esta es la base para identificar de manera correcta y temprana los síntomas de depresión, como suelen ser la mayoría de los siguientes:
- Recuerdo constante de quienes no están, con desgana respecto a hablar de otros temas.
- Falta de apetito o modificaciones repentinas en la calidad de la dieta o la frecuencia de las comidas.
- Interrupción repetitiva del sueño o dificultad para conciliarlo y mantener una rutina estable.
- Pérdida de motivación por salir, socializar o hacer actividades en familia.
- Episodios de llanto continuos, acompañados de manifestaciones de angustia que revelan la depresión y sus síntomas.
Los desafíos que representa esta enfermedad
Cuando hablamos de cualquier factor que afecte a nuestra salud, hay algo determinante, que es el tiempo. Pero ¿qué sucede con quienes se encuentran en la última etapa de su vida? El principal reto que plantea la depresión es justo ese, que no tienen un margen suficiente como para afrontarla como deberían.
Una consecuencia de lo anterior es la prescripción de antidepresivos de alta potencia. Es cierto que minimizan la sensación de tristeza y aumentan la liberación de serotonina. No obstante, recuerda que estamos tratando con usuarios que tienen ya un cierto deterioro neurológico y cognitivo. Por tanto, es probable que se acelere este proceso inevitable con la edad.
Posibles tratamientos y soluciones
Una labor tan importante como es la de cuidar a personas mayores implica desarrollar una perspectiva práctica. ¿Qué queremos decir con esto? Que es crucial que sepas acompañarles durante estos años, pero que debes adaptarte a cómo van cambiando en lugar de intentar que se mantengan como han estado siempre.
Psicoterapia para tratar la depresión y sus síntomas
La psicología es un enfoque muy adecuado para tratar casos leves y moderados como complemento a los fármacos. Es primordial derribar tabúes y explicarles en qué consiste la labor del profesional en este ámbito. Deben comprender cómo se van a desarrollar las sesiones y, como último consejo, sería ideal establecer una cierta zona de confort.
¿Cómo conseguimos lo anterior? La terapia puede llevarse a cabo en su propia vivienda al principio, pero siempre tratando de desplazarla hacia otro entorno después. Es conveniente que busques a un psicólogo con flexibilidad en este sentido y, más importante aún, con especialización en la tercera edad.
Revisión de medicamentos
La polimedicación que sufren muchos de nuestros mayores genera obstáculos en el tratamiento de la depresión. De hecho, es posible que tengan terapias duplicadas (dos fármacos que sirvan para lo mismo) o que se sobremediquen sin darse cuenta. Los despistes en el acceso a su tratamiento también complican la adherencia.
Como solución, el dispensador de medicamentos pretende ayudarles a que mantengan su autonomía en cierto modo. Es un medio intuitivo y fácil de comprender que se prepara en la farmacia. Nuestra recomendación es que comiences a emplearlo desde que un geriatra haya revisado la receta y pueda ajustarla.
Mayor acompañamiento
La labor de los familiares y amigos resulta prioritaria a la hora de prevenir y tratar la depresión. Cuando sienten la compañía de las personas a las que aman, es más difícil que se centren en los pensamientos que les provocan malestar emocional. Un tiempo con los hijos o con los nietos, aunque sean unas horas, es un regalo que puedes darles.
Obviamente, en este caso no hablamos de una cura para la enfermedad, pero sí de un complemento. Es crucial que todos estén concienciados acerca de lo que sucede y que muestren empatía. Recuerda que todo esto va más allá de sentirse triste o de no tener ganas de levantarse.
Terapia ocupacional
En la actualidad, los terapeutas ocupacionales están demostrando que es posible combinar su labor con la de los fármacos, e incluso encaja perfectamente con las que hemos detallado. Un cambio en los hábitos de vida, con actividades en compañía de otras personas, es el primer paso para salir de ese estado.
Hay profesionales que visitan las viviendas de personas de la tercera edad para hacerles compañía y ayudarles a salir de casa. Si no tienes facilidades para hacerlo tú, plantéate contratar a alguien que tenga formación y vocación para ello.
Cuando atendemos a la depresión y sus síntomas, conseguimos visibilizar una epidemia silenciosa que se está cebando con los mayores. Una especial vulnerabilidad, unida a la escasez de núcleos de apoyo sólidos, está generando una tormenta perfecta. Ha llegado la hora de preocuparse sobre este asunto y, ante todo, de ocuparse.
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