Como venimos viendo desde hace unos meses, la cartera de servicios en la farmacia comunitaria está dando mucho que hablar en el sector sanitario nacional y autónomico, con diferentes visiones, opiniones y consideraciones sobre el mismo.
Tal y como explicamos en otra noticia, el impulso que desde diferentes agentes se está dando a la implantación de un catálogo de servicios previo pago en las farmacias con el objetivo de ampliar la cartera de servicios provoca que se mire más allá para conocer otros modelos de gestión internacionales que han funcionado o fracasado, para así aprender de ellos.
De esta manera, dedicamos un espacio a explicar tres modelos de cartera de servicios farmacéuticos internacionales: Nueva Zelanda, Francia y Canadá. Además, recordamos que en su día dedicamos un artículo al modelo farmacéutico en Australia.
Nueva Zelanda
En el modelo de gestión tradicional Neo Zelandés, se abonaba a las farmacias en función del volumen de medicamentos dispensados. Este escenario no resultó fructífero, y en 2009 se calculó que el coste total de los honorarios por dispensación era de 320 millones de dólares, de los cuales 82 millones se gastaron en la dispensación de medicamentos “de frecuencia”. No obstante, la vinculación de la financiación a los volúmenes tenía poca relación con los resultados del paciente en lo que a resultados médicos se refiere.
Así, el nuevo modelo de financiación de la farmacia está centrado en el paciente permitiendo a los farmacéuticos elaborar un plan mucho más ajustado a sus necesidades, prestando especial atención a los polimedicados. Además, se ha animado desde las autoridades a formar una red de colaboración entre boticarios, médicos y enfermeras, generando así un equipo completo y eficaz de atención sanitaria al ciudadano.
De este modo, los puntos más importantes del nuevo modelo son:
· Dar a los farmacéuticos incentivos para utilizar mejor su experiencia en la gestión clínica de los medicamentos.
· Reorientar los servicios de farmacia comunitaria alrededor paciente, facilitando una mayor integración con los prescriptores a través de todos los entornos colaborativos de atención.
· Garantizar que la financiación de la farmacia comunitaria quede vinculada a los resultados del paciente.
· Reorientar el modelo de financiación para que sea sostenible.
Francia
Según recogía un artículo publicado por Teva en la edición espacial de enero dedicada al sistema farmacéutico francés, las oficinas de farmacia pueden ofrecer nuevos servicios en virtud del artículo 38 de la ley HPST (Hospital, Pacientes, Salud y Territorios) de 2009. A día de hoy, son muchos los farmacéuticos que ya han puesto en marcha algunas iniciativas en sus boticas, entre ellas, el acompañamiento de los pacientes crónicos en sus tratamientos, la dispensación a domicilio o la preparación de SPD en un contexto de envejecimiento de la población.
Con todo, según un informe de la Inspección General de Asuntos Sociales del gobierno galo, estos nuevos servicios pueden contribuir positivamente a la situación económica de las oficinas de farmacia y, a la vez, mejorar sustancialmente la salud de los franceses.
En este sentido, la Preparación de Dosis a Administrar (conocido como SPD en España) es un tema controvertido, en lo que a residencias de mayores se refiere, ya que este procedimiento por ahora no está, ni legalmente previsto ni tampoco prohibido, aunque se ha instado al gobierno a intervenir legislativamente en la cuestión. De hecho, según recoge TEVA en esta noticia, cada vez son más los centros sociosanitarios franceses que confían en los farmacéuticos comunitarios para optimizar los tratamientos de sus residentes.
Canadá
La botica canadiense también está en pleno proceso de cambio debido a la Ley 41, que entró en vigor el mes pasado y que apuesta por un modelo retributivo basado en la práctica profesional y un mayor reconocimientode sus competencias.
Su principal objetivo es conseguir que los farmacéuticos se equiparen con los médicos de atención primaria, ya que entre el 20 y el 25 por ciento de la población tiene problemas de acceso a un centro de atención primaria. “Hay dificultad de acceso al médico y, además, la diferencia del coste de tratar un paciente en la farmacia comunitaria frente a urgencias u hospitales es grande”, explica Marc Desgagné, farmacéutico en Québec en una entrevista concedida a Correo Farmacéutico.
De este modo, los farmacéuticos deben acreditarse para poder ofrecer estos servicios adicionales en sus oficinas de farmacia, y en muchas boticas incluso se contará con una enfermera para completar el servicio. Según explica Desgagné, cobrar por el acto profesional tiene una ventaja frente a modelos como el español de pago por margen del medicamento, ya que la tendencia es bajar el precio de los fármacos, “pero eso no garantiza que los pacientes hagan un uso apropiado”.
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