Una de las situaciones de mayor riesgo para las personas mayores es la interacción entre medicamentos y comida. Conviene garantizar que la pauta farmacológica les resulta segura para evitar contratiempos de salud e incluso ingresos hospitalarios. Con esta base, vamos a explicarte cómo influyen y qué puedes hacer para evitarlo.
La interacción medicamento-alimento
Durante décadas, se ha estudiado la relación entre medicamentos y comida. La Consejería de Salud de Castilla y León, citando un estudio de la Real Academia Nacional de Farmacia (2018) lo deja claro. Las consecuencias son comparables a una intoxicación, tanto en síntomas como en efectos nocivos al organismo.
¿Qué es una interacción entre medicamentos y comida?
El alimento desencadena un proceso de metabolización cuando llega al estómago por el que se aprovechan sus nutrientes esenciales. Sucede algo similar con los fármacos, que se liberan en el organismo para producir sus efectos. Sin embargo, ambos pueden coincidir y afectarse mutuamente cuando no son compatibles.
La interacción es el resultado de esta circunstancia, y desemboca en una pérdida de eficacia del medicamento. En ciertos casos, puede ocurrir justo lo contrario y originar lo más parecido a una intoxicación por sobredosis. De este modo, no solo se pone en riesgo el bienestar del usuario, también su salud cuando no hay un medio para mantener la adherencia terapeutica.
Tipos de interacciones medicamento-alimento
Generalmente, se distinguen tres interacciones principales. No olvides que las personas mayores son las más propensas a sufrirlas, dado que están polimedicadas y, en muchas situaciones, también sobremedicadas.
- Farmacocinéticas. El estado del estómago cambia al verse afectado por un proceso desconocido de síntesis. El resultado puede ser una aceleración en el tránsito digestivo, o bien una ralentización.
- Farmacodinámicas. La potencia de un medicamento puede verse aumentada o disminuida por el contacto con los alimentos, con efectos impredecibles en muchos casos.
- Fisicoquímicas. El fármaco no reacciona como debería al diluirse en una sustancia diferente de los ácidos estomacales y libera una acción mitigada o desconocida.
Por otro lado, hay una cuarta situación que no es en sí una interacción, pero que conviene poner de relieve. El hecho de tomar un diurético hace que debas vigilar que no haga un consumo excesivo de sal. Otro ejemplo son los fármacos para la diabetes y el azúcar o los productos ultraprocesados, que son muy perjudiciales.
¿Qué medicamentos son más propensos a generar interacciones?
Conviene que sepas identificar cuáles son tratamientos que más circunstancias de este tipo tienden a desencadenar. Es importante organizarlos dentro de una rutina diaria y semanal, siempre con un blister de pastillas.
- Primer grupo. Antihipertensivos o complementos de litio, que producen un efecto muy diferente con variaciones muy pequeñas en las dosis.
- Segundo grupo. Antibióticos, que necesitan mantener un nivel de volumen en la sangre definido y estable en el tiempo para efectuar su acción completa.
- Tercer grupo. Antidiabéticos o anticoagulantes, cuya diferencia de cantidad entre la dosis terapéutica (la prescrita) y la tóxica es muy ligera.
Cabe destacar que hay interacciones que se buscan a propósito y que son parte de las indicaciones médicas. Por ejemplo, tomar los antibióticos junto con la comida previene el daño que estos provocan al estómago, sobre todo, de los ancianos. Revisa siempre que esté en las recomendaciones que el especialista haya proporcionado para evitar cualquier contratiempo.
¿Qué alimentos no se pueden mezclar con medicamentos?
Con independencia de los tipos anteriores, hay medicamentos que nunca se deben mezclar con alimentos. Dejamos de lado los más obvios, como el alcohol o el café, que son estimulantes para el sistema nervioso. La pauta en personas mayores es muy clara, deben tomarlos solo en cantidades moderadas y con un margen de unas dos horas entre comidas.
- Lácteos de alto contenido en grasa. La mantequilla, la margarina o la nata dificultan la sintetización del estómago y hacen que necesite más tiempo para realizar la digestión.
- Naranjas y frutas muy ácidas. El ácido clorhídrico se mantiene en la sangre durante varias horas, de modo que interactúa con medicamentos que también necesitan hacerlo.
- Productos con un elevado contenido de fibra. Obligan a los fármacos a sintetizarse más rápidamente y pueden hacer que produzcan un efecto bastante inferior al que deberían.
Los suplementos energéticos o nutricionales deben tomarse también con un margen. Por ejemplo, las barras de proteínas, las vitaminas o las pastillas de calcio. La razón es que interactúan de manera fácil y rápida con algunos fármacos, como son los que tratan la hipertensión, las alergias o el sistema cardiovascular.
Pautas para minimizar las interacciones entre medicamentos y comida
Llegados a este punto, conviene que conozcas nuestras recomenaciones para evitar los efectos indeseados entre medicamentos y comida. Queremos proporcionarte tres principales con las que podrás garantizar que cada tratamiento hace su efecto, sin riesgo de que ponga en riesgo la vida de tus mayores.
- Utilizar un pastillero semanal bien distribuido. El blíster se prepara en farmacia y atiende a todas las dosis que estén prescritas durante los siete días, así que no tienes de qué preocuparte. Intenta que comprenda su funcionamiento y que lo sepa usar por su cuenta para que no haya riesgo mientras tú no estés.
- Llevar una agenda con comidas pautadas y desconsejadas. Los alimentos que mencionábamos antes son los que se deben alejar de la toma de fármacos con mayor frecuencia. Sin embargo, el médico puede haber indicado unos diferentes y recomendado otros tantos. Haz una lista y colócala en la despensa, la encimera o la nevera.
- Gestionar bien los horarios de tomas y alimentación. La planificación y el establecimiento de rutinas son dos dinámicas esenciales. Buscamos que tengan su momento para el desayuno, junto con los medicamentos que deban tomarse a primera hora. Lo mismo sucede con el almuerzo y la cena, dejando márgenes para los alimentos sensibles.
Has tenido ocasión de ver cómo la interacción entre medicamentos y comida es perjuducial para nuestros mayores. Queremos reforzar una vez más la importancia de que tengan siempre un sistema de dosificación adaptado a sus necesidades. Lograrás mantener su autonomía y brindarles la seguridad y confianza que necesitan.
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